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domingo, 18 de mayo de 2008

Fatiga y Frustración

Hace poco cogí las primeras vacaciones que he podido disfrutar en bastante tiempo, ya que previamente con el tema de las bajas médicas, los dolores, etc., no me encontraba con ganas. Pero por fin esta vez pude aprovechar y me fui de viaje con un amigo. Nos lo pasamos genial, aunque nos dimos unas tremendas palizas caminando por las ciudades, pero creo que mereció la pena y que es la mejor forma de conocer todos los rincones.

Sin embargo "El Tema" se ha dado bastante mal estos días, sin cumplirse ninguna de las expectativas que tenía: pensé que ya que en mi ciudad había conocido a algunos hombres buenos de las zonas que iba a visitar, podría toparme con ellos o al menos con alguno parecido.

De momento voy a obviar el primer viaje que hicimos a Barcelona, ya que es una ciudad que me gusta mucho, a la que he ido varias veces y que estoy seguro que volveré a visitar. Me centraré por tanto en el segundo viaje, en el que acudimos a la capital andaluza, que yo todavía no conocía.

El primer día, justo antes de llegar al hotel, vi salir de la pastelería vecina a un hombre muy parecido a uno de los conocidos que tanto echo de menos, con la mano al hombro de su mujer. Me pregunto si sería o no, aunque lo más seguro es que yo estaba condicionado mentalmente y me lo imaginé. Y si fue de verdad, me pregunto qué habrá pensado... Estuve divagando acerca de si enviarle un saludo por teléfono, pero no me pareció adecuado.

El ruido, sobre todo en la habitación del hostal (que no hotel, como se anunciaba en Internet) ha sido infernal y si he dormido ha sido por puro agotamiento, después de caminar tantos kilómetros como hemos hecho. El tranvía me parece un pegote que les han puesto a la ciudad y que no mejora nada, más bien al contrario. Asimismo, mientras que a Barcelona siempre me apetece volver, en Sevilla no he sentido ese "tilín" que me empuje a regresar.

Tenían monumentos muy espectaculares que hemos disfrutado recorriendo, pero no sé por qué me imaginé la ciudad más grande. Con todo lo que hemos pateado, casi nos han sobrado un par de días que nos podíamos haber ahorrado en costes y en aburrimiento por repetición. No quiero ofender a nadie, estas son mis primeras impresiones y nunca se sabe si el futuro me volverá a llevar por allí.

Debo decir que uno de los bares de osos me pareció increíblemente cutre, lúgubre y sucio. No daré nombres para que nadie se ofenda... Sin embargo, por suerte el otro bar me dio una impresión mucho mejor, quizá por la comparación, pero creo que está bastante bien.

El Infierno al que acudimos tenía cosas interesantes, sobre todo la piscina, pero también otras muy cutres: las habitaciones eran mínimas, con colchonetas enanas. No sé, supongo que es como en todas partes, hay aspectos mejorables y otros que les dan mil vueltas a los demás.

Lo de acudir al Infierno surgió ya el primer día, ya que el tiempo no acompañaba. La verdad es que todos estos días ha estado nublado y lloviendo a ratos. En el local, la suerte fue intermedia: había hombres atractivos, pero sólo conseguí acercarme a uno que se dispersaba constantemente mirando a los demás... Y realmente no llegamos a mucho.

Ya estábamos a punto de marcharnos, cuando vi a un osete que debía de haber llegado a esa hora. Nos fuimos a un privado y estuvimos un rato. Lo pasé bien, salvo por mi problema de orgasmo atenuado, pero desde luego que no fue culpa suya. Unos días después le vi por el bearwww y le saludé, pero no obtuve respuesta. En fin, si no quieren siquiera saludar, qué le vamos a hacer...

Volviendo al tema de la asistencia, yo creo que esos hombres interesantes que vi aquel día deben estar casados y sólo van entre semana... A continuación intentaré explicarme un poco mejor.

El segundo día que fuimos, ya casi al final de nuestra estancia y tratándose de fin de semana, pensaba que habría más gente y más de mi gusto, pero resultó que aunque la afluencia era mucho mayor, no había NI UNO SOLO en el que me pudiese fijar. Me quedé muy frustrado y con ganas de sexo... Eso me empujó a ir al Infierno de aquí con una suerte parecida: sólo un par de hombres que me gustaban pero con la mala fortuna de que yo a ellos no.

Hay que estar desesperado de verdad para salir corriendo al Infierno justo después de recorrer más de 500 kilómetros y hacer una comida rápida. Me imaginaba que el resultado podía ser malo, pero necesitaba estar con alguien. El primero que me ligó no consiguió ni que se me levantase. Pobre, no quería fastidiarle, la culpa era mía, pero al poco de estar con él me di cuenta de que lo iba a pasar mal, así que le dije que no podía ser, que lo sentía mucho, y me marché.

Después de dar mil vueltas y de que nadie me hiciese caso, me fui con una persona con la que ya había coincidido anteriormente otro día en un bar. La cosa fue de lo más normalita, nos besamos un rato y me la meneó, pero mi orgasmo, aunque alivió el fluido retenido, lo sentí muy débil y me dejó insatisfecho. Le di las gracias y volví a sudar y a darme la última ducha. Mientras tanto perdí de vista mi toalla entre todas las que había colgadas, pero por suerte me habían dado dos a la entrada así que fui desnudo hasta el vestuario para recogerla.

Había gente que se fijaba en mí mientras yo esperaba a secarme, pero no me encontraba con ganas para corresponder a nadie, porque no eran mi tipo. Finalmente me sequé, me vestí y salí para casa. Sentí unas necesidades tremendas de tomar mucho dulce, un gran chocolate y un donut me habrían entrado perfectamente. Pero resistí los impulsos y vine a casa.

Quería escribir sobre muchas cosas, aunque me he pasado el resto de la tarde entre cenar, leer el correo y algunos blogs. Quería constatar que estoy muy desesperado y que tengo que reflexionar mucho sobre mí mismo. También hay facetas mías que debería recuperar o desarrollar: organizar mi colección de dibujos, por ejemplo, y ampliarla si puedo. Nunca he sido un artista, pero he visto cosas en el viaje que podría dibujar y pintar yo mismo para enmarcar y poner en las paredes de casa, tan vacías todavía.

En cuanto a las fotos que he hecho en el viaje, no estoy nada satisfecho. Calculo que un 80% son bastante malas, un 10% malísimas (sobre todo por descuidos en los ajustes al tirarlas) y el resto pueden salvarse. Ese pequeño porcentaje son las que del primer vistazo me parecen buenas por la composicíon y los colores, aunque esperemos que el resto se puedan retocar y quedar mejor, pero soy bastante perezoso para ponerme a intentar arreglarlas.

Llevo ya tiradas muchas fotos desde que me compré la cámara y sigo siendo bastante malo en cosas básicas: aparte de los fallos de encuadre, foco, ajustes, etc., el mayor problema es que no consigo definir bien el motivo, por lo que salen muy "liadas", sin un objetivo claro y no me impactan positivamente. No sé qué hacer para solucionarlo, aunque creo que puede ser cuestión de practicar mucho más.

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