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martes, 28 de octubre de 2008

La Gran Diferencia

El día anterior a sentir los dolores de la uretritis que mencionaba en la entrada anterior (absténganse de leerla personas sensibles o hipocondriacas), me estaba yo meneando el tema y noté que las sensaciones eran algo más potentes del usual no-orgasmo, la eyaculación sin placer que tengo desde marzo. Sentí un ligero cosquilleo en el momento de correrme; no puedo decir que fuesen contracciones eyaculatorias propiamente dichas, pero sí fueron como pequeños espasmos en la zona, en el límite de la percepción.

Me pareció genial tener alguna sensibilidad mayor de lo normal para variar. Después de aquello pasé unos cuantos días en que no se me ocurrió hacer nada por el tema de los dolores. Es posible que también la propia inflamación tuviese algo que ver en el cambio de las sensaciones. Cuando terminé mi medicación con los antibióticos y me encontré mejor, llegó un día en que me volvió a apetecer pelármela otra vez.

Desde que tengo el problema de la anorgasmia, siempre he pensado que la causa es física, que me han tocado algún nervio o algún músculo que me impide tener las contracciones de la eyaculación y por tanto, disfrutar de la mayor fuente de placer. He leido bastantes páginas sobre el tema y creo que las conclusiones las iré sacando personalmente a partir de la información que encuentre, porque es una afección que no está estudiada y es difícil que se le dediquen recursos. Como me comentaba Carlos en otra entrada, los fondos para la investigación suelen venir de la industria farmacéutica, que los destina a las enfermedades que despiertan mayor interés.

En alguna página que ahora no consigo localizar había visto ejercicios con los que se decía que se regeneran los tejidos del pene, ejercicios similares a los estiramientos y separaciones de fibras musculares que hacen los fisioterapeutas para que las nuevas fibras se generen sanas. Los intenté unas cuantas veces. También estaba bastante excitado con algún pensamiento subido de tono y la abstinencia seguramente formó parte del juego. Y como he dicho, puede que la recién superada uretritis tuviese algo que ver.

Fuera como fuese y sin saber cuáles fueron exactamente los factores y cómo se combinaron, estaba en la cama boca arriba, masturbándome lentamente, con la goma de los calzoncillos justo debajo de mis testículos. Empecé a sentir que superaba el primero de los problemas usuales: el fluido se acumulaba detrás del esfínter externo, dando lugar a la maravillosa sensación de la construcción del orgasmo. Esto llevaba sin ocurrirme meses y también lo había leído en varias páginas, así que notaba perfectamente la diferencia.

Después de un rato, sentí que me iba a correr, pero esta vez parecía de verdad y así fue: aunque la potencia de las sensaciones no fue la misma de antaño, noté perfectamente las contracciones de mis músculos desde el ano hasta el glande. No pude evitar gemir de placer, casi gritar de éxtasis. Y después lloré de felicidad. "Me he corrido, Dios mío, me he corrido", sollocé. Un torrente de emociones me embargaba. Estuve un par de minutos llorando. Luego me levanté para ir al baño y asearme antes de volver a la cama.

De momento no se ha vuelto a repetir. Supongo que se tendrán que dar de nuevo las circunstancias, pero creo que la respuesta está ahí fuera esperando a que la encuentre.

Pruebas Médicas Desagradables

ATENCION: ARTICULO DESAGRADABLE. SI ERES APRENSIVO NO LO LEAS.

Llevo unos días bastante tenso. Tuve un accidente haciendo "guarreridas sesuales" con mi pareja... Está claro que ni siquiera importa si es estable, si tienes la mala suerte de tu lado. Aunque siempre utilizo preservativo si hay penetración, hubo un rato que me lo quité, porque estaba intentando penetrar pero se me acabó bajando la erección. Más adelante me volví a colocar el mismo preservativo y seguramente me entró suciedad o aire. Seguí intentando el tema pero no había manera. El sexo anal nunca ha sido lo mío en ninguno de los sentidos, pero a veces se intenta complacer al compañero aunque no se trate de una práctica agradable, para qué él disfrute.

Tres días después del incidente, comenzó a dolerme cuando iba a mear, sobre todo al inicio de la micción. El dolor estaba bastante localizado a poca distancia del orificio de salida. Enseguida comprendí que había pillado algo y pedí cita con el médico, al que no pude ir hasta pasados dos días más. Le expliqué a mi doctora lo que me pasaba y me preguntó si había tenido alguna relación de riesgo. Le conté lo que había pasado, me examinó (para entonces se me veía la uretra inflamada y bastante cerrada) y después de mirar el vademécum un rato, me recetó unos antibióticos, me solicitó una prueba de orina y una muestra del exudado uretral para descartar las ETS más comunes.

El nombre de la prueba ya me sonaba fatal. Intenté tomármelo a coña pensando "exudado uretral: me suda la polla", pero mi preocupación no disminuyó a pesar de las risas nerviosas que traté de echarme en casa.

La toma de la muestra (el exudado uretral) al día siguiente en el hospital fue muy desagradable. En la consulta había dos enfermeras. Me mandaron bajarme la ropa y sentarme en el sillón. Observé la larga varilla con una terminación más ancha (supongo que de algodón) con la que tenían que tomarme la muestra. Aparté la vista. Sentí cómo intentaba introducirla por mi uretra; le costó bastante porque la tenía muy cerrada por la inflamación. Intentaba no quejarme, pero era imposible. Después de bastante forcejeo la volvió a sacar, dijo "ya está" y cuando estaba a punto de levantarme, me dijo que no, que ya estaba la primera, pero que faltaba una segunda muestra. Repitió el proceso. En total fueron un par de minutos como mucho, aunque la tortura los hace largos.

Pasaron dos semanas y volví al médico para ver los resultados de los análisis. Me comunicó que ninguna de las pruebas, ni siquiera el análisis de orina, había dado un resultado evaluable. La doctora me preguntó qué tal estaba y si le había comentado a mi pareja el tema. Le dije que me encontraba bien y que sí, se lo había dicho y él no tenía ningún síntoma. Me comentó que con los antibióticos que me había mandado, en principio estaría solucionado, pero que prefería repetirme las pruebas para quedarse más tranquila. Acepté, aunque estuve de acuerdo con ella en que era muy doloroso.

Al día siguiente me escapé un rato del trabajo para volver al hospital. Las enfermeras que había eran otras y la que me tocó no se anduvo con chiquitas: Casi no me había dado tiempo a apartar la vista cuando introdujo la varilla con bastante rapidez y la removió allí dentro antes de extraerla. Después hizo lo mismo con la segunda. No pude contener mis exclamaciones de dolor. Luego me entregó el resguardo para recoger los resultados. Me despedí y salí de allí. Pasé por la puerta de la sala donde debía pedir el justificante médico para el trabajo, pero había tanta gente que no me molesté en esperar y fui a buscar mi coche.

Volví al trabajo. Lo peor de todo fue el estado de ansiedad con el que me quedé; estuve todo el día bastante obsesionado mentalmente con el tema. No me podía sacar de la mente la imagen de lo que había pasado y eso que ni siquiera miré, porque no hubiera podido hacerlo, pero el dolor, la sensación de que me rasgaba por dentro, mi angustia... Mi control mental me falló por completo. No podía dejar de pensar en ello aunque ya había pasado y no rendí mucho ese día. Fui a mear varias veces con dolores. La primera vez incluso vi unas gotas de sangre. La "tía mujer" me llegó a hacer herida por dentro.

Llevo unas semanas entre médicos, fisioterapeutas y chorradas varias que no paro, no puedo parar y querría quedarme en casa descansando o distraerme de alguna forma. Esta misma semana tengo otra revisión médica y espero no encontrarme tan mal, sino lo mismo me da por saltármela después de haber esperado a que llegase. Estoy un pelín agobiado por los acontecimientos... Ya iré comentando más por aquí. Sé que si no me obligo un poco, nunca me pondría a escribir.