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martes, 15 de mayo de 2007

igualdad

Cuando estoy con alguien, mis caricias responden a sus caricias, mis besos a sus besos y así sucesivamente. Doy lo que me dan y espero que me den lo que yo doy. Acaricio como a mí me gusta que me acaricien, pero eso sólo funciona perfectamente cuando la otra persona piensa del mismo modo, lo que no es fácil.

Creo que al principio no era así: yo me volcaba completamente, intentando hacer disfrutar al máximo sin preocuparme mucho de mí. Me encantaba ver que la otra persona se moría de gusto y disfrutaba con la visión. Entonces me fui topando con gente que no correspondía salvo si se lo hacías notar, y algunos ni eso.

Después de un rato sobando y chupeteando a un cuerpo que no deja de gemir, me tumbaba cansado, en espera de que correspondiesen un poco a mi esfuerzo. Hombre, alguno había que sí, me daba la réplica y yo disfrutaba y el ciclo se repetía. Lo acojonante era que otros decían "descansa", pero seguían tumbados y tampoco se movían un milímetro, ni hacían la intención de unas simples caricias de agradecimiento. Ni que decir tiene, estos "especímenes" son de los que se corren y se marchan, sin siquiera preguntar si tú también quieres terminar. No sé qué hacer para arreglar esas situaciones, la verdad es que es difícil si la otra parte no tiene voluntad.

Ahora llevo la igualdad a más niveles. Empiezo besando y acariciando como debe ser, pero en seguida se nota si la otra persona está por la labor de hacer disfrutar o sólo de recibir. Cuando me topo con alguien que no corresponde, ni me empleo a fondo, ni utilizo "trucos" que dan más gustito, ni nada. Como no siento nada al terminar (una buena paja le da mil vueltas a una masturbación mecánica de estos tipos), minimizo el placer que doy hasta que se adecua a lo que ellos me dan.

Como contrapartida, cuando he encontrado gente que me correspondía, en esos polvos saltaban chispas. Esto es un toma y daca, quien quiera disfrutar también tiene que hacer disfrutar. El placer puede multiplicarse o dividirse, dependiendo de las intenciones de los participantes. Yo prefiero multiplicar, pero al que le gusta dividir, lo multiplico por cero.

domingo, 13 de mayo de 2007

soledad

(publicacion original: 25 diciembre 2006)

Sí, es Navidad, pero la verdad es que estoy un poco hasta la polla de estar solo. Vale, tengo mi pequeño núcleo familiar en el que me he refugiado bastante y con el que todo va aceptablemente bien. Pero me falta llenar ese vacío del amor, tan importante en la vida y la salud mental.

Debo decir que desde hace un par de semanas, ando detrás de alguien, pero todavía no se ha producido la situación del encuentro. He dejado mis mensajes, mi teléfono, mi dirección de correo y he recibido respuesta diciéndome que un día quedaremos a conocernos, pero la espera se está alargando demasiado. En cierto modo, estoy en una temporada un tanto desesperanzadora en el terreno sentimental, por las cosas que me han pasado últimamente. No sé qué hacer... Llevo tanto tiempo buscando y esperando que, aunque siempre he pensado que la vida en pareja es lo ideal, a veces ya no sé si quiero emparejarme. Las dos formas de vivir tienen sus ventajas e inconvenientes; es posible que se me estén pegando las rarezas de la soledad, tan difíciles de disipar cuando luego hay que compartir el espacio entre dos.

Cuando tuve pareja, fue una de las mejores experiencias de mi vida. Lo malo es que terminó de una forma un tanto extraña... Sigo preguntándome por qué ocurrió así, aunque ya no tiene sentido, pero todos quisiéramos arreglar los errores que cometimos en el pasado, y esta relación me dejó el mal sabor de boca de no poder siquiera entender cuáles fueron los errores que desembocaron en su ruptura. La otra cosa mala es que el listón quedó muy alto para el futuro. Me pregunto si se imagina siquiera cómo me afectó, o piensa que yo no sentía nada. Yo preferí terminar aunque el dolor fue bastante grande, pero quería que fuese feliz y no tenía derecho de cortar sus alas.

Desde entonces, no he encontrado a nadie que pueda aspirar siquiera a ocupar el puesto. Supongo que soy muy exigente, pero todos queremos lo mejor. He topado con gente muy maja, pero por una cosa o por otra, la cosa nunca ha cuajado. En esta ocasión, ni siquiera he recibido respuesta a mi breve felicitación de Navidad por Internet, cosa que no me da muy buena espina. No me gusta agobiar a nadie, pero supngo que en breve pasaré a una estrategia un tanto más insistente, porque esperar no me está sirviendo de mucho.

Actualización (enero de 2007, o incluso más tarde): Después de marear la perdiz montones de veces, casi siempre porque él no podía quedar por problemas de horario, aunque volví a intentarlo, decidí que no merecía la pena seguir esperando. Si tantas vueltas hacen falta para una primera cita, no quería imaginar lo difícil que sería compaginar horarios para quedar más veces.