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domingo, 8 de abril de 2007

Duele

31-marzo-2007
Caminaba con mi mejor amigo, que hablaba de que era normal que se dieran coincidencias estando con él. Decía que, por ejemplo, se acordaba de un compañero que llevaba años sin ver y de pronto se cruzaba con él al volver una esquina. Yo bromeé y dije que esos "poderes" se podrían aprovechar y para probar, afirmé que iba a encontrar pareja esa noche. Debo decir que no consigo ligar casi nunca y que salgo poquísimo por el ambiente porque no me gusta. Al ser sábado habíamos decidido ir a tomar algo después de dar un paseo y nos dirigíamos a un bar bastante nuevo en la zona.

Entramos en el bar y yo instintivamente eché una ojeada al entorno. Había poquísima gente, pero enseguida me llamó la atención un hombre que tomaba algo, sentado junto al principio de la barra. Nos acercamos al camarero y pedimos nuestras bebidas. Como mi vista deja bastante que desear, volví a mirar a aquel hombre para cerciorarme de su rostro y me pareció muy hermoso. Mientras nos servían, se levantó y se fue al otro lado del bar a sentarse.

Una vez con nuestras copas, nos fuimos de la barra y vimos un taburete vacío en el otro lado. Mi amigo me preguntó si veía a alguien interesante y yo afirmé con seguridad, indicándole con discreción a quién me refería. Como eso no suele ser normal en mí y mi amigo siempre vela por mis intereses, me dijo que me sentase yo y que él iría a darse una vuelta para dejarme el espacio libre.

Mi adorado hombre estaba sentado justo frente a mí. Le miré insistentemente, pero no me atrevía a acercarme a hablar. Mi amigo me hacía señas para que "atacase", pero todo lo más que conseguía es que me diera la risa, porque yo seguía sin superar mi timidez. Unos minutos después, el hombre se levantó, se acercó a mí y tras saludarnos, comenzamos a charlar. Se sentó a mi lado. Yo estaba alucinado, me costaba mantener la mirada y mi corazón latía a cien por hora.

Mi amigo vino a despedirse y nosotros fuimos a buscar un lugar más discreto, si es que se puede llamar discreción a lo que hay dentro de un sitio así. Yo no pude disfrutar mucho porque es una incomodidad extrema, pero intenté que él gozase lo máximo posible. Entre el calor y el calentamiento sudé como un pollo, pero me sentía genial junto a él. Le di mi teléfono, sin mucha esperanza de que me llamase (por experiencia de lo que pasa en estos casos), pero parecía un hombre super correcto. Poco después dijo que tenía que irse y a mí no se me había perdido nada para quedarme allí solo, así que nos despedimos y me volví para casa.

1-abril-2007
Al día siguiente yo estaba en casa de mi amigo, arreglando unos temas del ordenador, cuando recibí su llamada. Me llenó de alegría y así se lo dije. Le prometí llamarle a mitad de semana y así lo hice. Me sentía un tanto nervioso por el deseo, aunque intentaba calmarme. Quería volver a verle; parecía que podíamos empezar poco a poco.

6abril-2007
El viernes me disponía a salir solo a dar un paseo, cuando volví a recibir una llamada suya. Me alegró mucho, porque no pensaba ir a Madrid, pero con su presencia ya sí que me apetecía. Me dijo que él iba a salir con unos amigos y que podíamos quedar todos en un bar. Llegué diez minutos antes que ellos y cuando les vi entrar por la puerta, comenzaron los fenómenos extraños.

Me acerqué a saludarle y cuando fui a darle un beso, noté que se apartó lo justo para que no se lo plantase en los labios. Eso ya me puso en alerta de que algo ocurría. Me presentó a sus dos amigos y les di la mano. Uno era de Madrid y otro de fuera. Mientras estuvimos en aquel bar, intenté hablar con él y lanzarle guiños, pero aunque me devolvió alguna sonrisa y charlamos un poco, vi que estaba como ausente. Al rato nos fuimos a otro bar, al sitio donde yo le había conocido.

Pedimos nuestras bebidas y nos acodamos en una pequeña mesita. Aquí él ya estaba mucho más callado si cabe y ni siquiera me devolvía la mirada. Después de un rato, se bajó a la zona de abajo con uno de sus amigos (cosa que me pareció extraña pero no quiero coartar la libertad de nadie), mientras yo charlaba un poco con el otro, que parecía bastante simpático. No tardaron en subir de nuevo. Le pregunté medio en broma, medio en serio, si abajo le habían transtornado y me contestó que no había pasado nada. Al poco, ellos tres terminaron sus copas y dijeron que se marchaban. Me dijo que me llamaría y sólo nos despedimos de palabra. Nada más marcharse, terminé mi copa y me fui al metro.

Tanto en el camino de vuelta como el resto del fin de semana, he estado devanándome los sesos intentando averiguar por qué en esta última cita su actitud fue tan distinta. Lo primero que se me pasó por la cabeza fue que alguno de sus amigos no entendía y a él no le gustaba mostrarse cariñoso en esa situación. Después pensé que uno de esos amigos debía ser algo más, o lo había sido en el pasado. Pero sobre todo, lo he pasado bastante mal porque le deseo y quería tenerle a mi lado, aunque me he tirado todo el fin de semana solo y desesperado.

8-abril-2007
Por suerte me llamó hace un rato. Cogí el teléfono bastante cabreado por no haber tenido noticias suyas en estos días, pero le dejé hablar y me lo explicó todo. Efectivamente, uno de sus amigos había sido su pareja hasta hace quince días, cuando él decidió cortar porque el otro es infiel cuando le da la gana. Me contó que en otros aspectos está muy a gusto, que cuando está enfermo el otro le cuida y tal. Pero que si le daba el venazo, se iba de viaje solo y le dejaba aquí tirado. Como él cree en la monogamia, le sienta fatal que haga eso y fue la razón de querer cortar. El Viernes Santo sus amigos le propusieron salir y el infiel dijo que no se metería en medio de nosotros dos, pero al parecer ocurrió justo lo contrario: se puso celoso a morir y no paraba de soltar comentarios. Yo me di cuenta que le atacaba como quien no quiere la cosa, pero como prácticamente no los conozco, no podía estar seguro. Así que él decidió que se marchasen todos a casa para no estar aguantando los ataques.

El tema es que al final me lo ha contado todo, que es lo que yo le pedía en uno de mis mensajes. Estoy dolido porque le deseo, pero quizá no sea nada más que eso. Lo que pasa es que como casi nunca puedo ser cariñoso con alguien, para una vez que parecía haber encontrado un hombre que podía darme el mismo cariño, me ha fastidiado mucho tener que tragarme mis sentimientos. He intentado ser amable con él y no quiero meterme en sus asuntos, así que me imagino que seguirán siendo pareja mientras el infiel no quiera retirarse a un lado. También podría ser que mi anhelado hombre haya salido conmigo para darle celos al infiel y atarle más corto. No descarto ninguna posibilidad, pero si la historia cierta es la que me ha contado, tiene cojones que una pareja tenga que mantenerse aguantando lo que no les gusta. Por desgracia, cosas peores he visto.

Por otra parte, me ha comentado que la diferencia de edad entre nosotros le parece un obstáculo bastante grande y yo le respondí que con mi antigua pareja lo llevaba bastante bien. Pero ya es otro escollo más en el camino. Me ha dicho que quiere que seamos amigos y más adelante puede que hablemos de otras cosas. No sé qué hacer... Intentaré llevarlo así y controlarme, a ver si consigo averiguar si esto evoluciona en un sentimiento más profundo. Creo que va a ser duro, porque ya he tenido la experiencia de intentar ser amigo de alguien que me atrae y no ha habido mucha suerte. Espero poder hablarlo con más calma. Mientras, me duele.

Actualización (28-09-2007): Sí, ya sé que ha pasado mucho tiempo, pero he pensado con frecuencia en esta historia. Al poco de hablar aquel fin de semana fatídico, le envié más de un mensaje para decirle que por mi parte, yo estaba interesado en que siguiésemos siendo amigos, si él quería... Nunca me contestó. Algún tiempo después, mientras paseaba con un amigo de vuelta a casa, nos cruzamos con él y se paró a saludarnos. Mientras charlábamos, él me tenía cogido el antebrazo. El contacto me volvía loco por todo lo que le deseo, pero hay gente que tiene esa costumbre, así que intenté "desconectar" un poco mis sentidos. Mi amigo trataba de interceder por mí para ver si él estaba interesado, pero no se pronunció. Pienso muchas veces en él. Intento no torturarme, porque está claro que no ha querido que sigamos relacionándonos, así que otra vez será.

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