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domingo, 6 de noviembre de 2011

Ansiedad y Autocontrol

Hace un par de meses me pusieron a dieta. Fue bastante repentino; esperaba que el médico diera ese paso (más que nada, porque todos suelen hacerlo), aunque no que lo hiciera tan pronto, en la primera cosulta después de explicarle mis síntomas.

Antes de eso, yo llevaba unos meses intentando perder peso por mi cuenta; lo conseguí en una pequeña cantidad, pero me quedé estancado. En realidad, como cuento en la cabecera del blog, casi siempre he luchado contra el sobrepeso y lo he llevado bastante mal. Hay que reconocer que encuentro un gran placer en comer y el ejercicio tampoco es mi fuerte, por lo que tenía todas las papeletas para estar gordo. Además, las dietas que me iban proponiendo dejaban de funcionarme, o yo me cansaba, o terminaba harto de que me echaran broncas por no avanzar.

Aparte, claro está, si un día me apetecía esto, otro día aquello y al siguiente lo de más allá, sí podía me daba el capricho. Uno tras otro, disfrutando de los sabores (en parte creo que por no poder disfrutar de otras cosas)... Salvo cuando no los disfrutaba por comer compulsivamente, por no poder conseguir esa satisfacción que mi cabeza disfraza de hambre.

Cuando me dio la hoja de esta dieta, flipé bastante. Era mucho más estricta de todas las que había intentado hasta el momento. Y también era muy diferente. Examinando con más calma la información una vez llegué a casa, lo primero que pensé era cómo narices iba a poder seguirla. No había opciones, o eso parecía; no podía ni acercarme a comer lo que me había habituado a consumir durante años. Era otro mundo que me exigía unos cambios de hábitos radicales.

En algún sitio he leído o escuchado que para acostumbrarse a algo, es necesario hacerlo durante tres semanas. A partir de ahí, al parecer, se coge el hábito y ya no es tan costoso. No sé si será verdad; lo cierto es que sobre todo la primera semana alucinaba para pensar, planificar y hacer lo que tenía que comer durante el día. Cinco comidas al día, con sus reglas establecidas y tener que llevar las cosas preparadas al trabajo, intentando no salirme de las pautas. Total, que al principio, sin costumbre ni referencias, me pasaba todo el tiempo que tenía ocupado con las dichosas comiditas.

Por suerte, esta vez me pilló con ganas de cambiar, porque aunque durante años el peso no me supuso ningún problema (o eso creía yo), durante los últimos meses ya me había empezado a encontrar un poco incómodo. Y bueno, aparte de esa motivación hay que mencionar el miedo a que el propio médico me escamochase... (Ejem, ¡hola majo!). Y afortunadamente la pérdida de peso comenzó rápidamente, lo que me animaba a continuar.

Echo de menos muchas cosas... Como he dicho, para mí comer es un placer absoluto (en algún momento volveré a hablar de ello y otros placeres). En realidad cualquier cosa prohibida me tienta, pero lo que más me está costando es no comer dulce. Afortunadamente no me ocurre siempre, pero hay veces que estoy comiendo y pensando en qué voy a comer después... Y cuando he terminado, sigo pensando que tengo hambre. Y pienso en el placer que sentiría que si tuviera a mano una tarrina de helado, o la gran diversidad de cosas dulces que me gustan. Lo paso bastante mal. Las únicas cosas dulces que puedo tomar son infusiones o café con edulcorante. Hasta ahora es lo único que me quita un poco el ansia de dulce, aunque no siempre.

Si estoy aguantando es porque pienso en perspectiva en el camino que he recorrido y que no quiero estropear. Me queda bastante por conseguir y viendo lo que ya he hecho, sé que es posible. El mantenimiento será muy difícil también y hay que seguirlo toda la vida. Es un sacrificio constante, pero es lo que hay, si quiero que la salud mejore.

Ventajas: Casi siempre suelo comprar en el mismo sitio y ahora sólo tengo que visitar tres o cuatro pasillos; visitar los otros ocho es tontería, porque no hay nada en ellos que pueda comer. Por tanto, el ahorro de tiempo bastante importante. Y además evito tener que mirar muchas de esas cosas prohibidas.

Inconvenientes: Supongo que cambiará mi público. O no, vete a saber. Me refiero a que sabía más o menos a quién gustaba o dejaba de gustar... Aunque es posible que el público también cambie a mejor. Las gallinas que entran por las que salen, o algo.

A mí no me atraen los hombres delgados; normalmente sólo los hombres fornidos me llaman la atención. No es necesario que sean muy gordos, porque realmente no me refiero a los gordos clásicos... No sé si existe una palabra para definirles... Anchos, recios, con cuerpo, no sé. Para mí son hermosos. Pero que lo sean ellos. A mí se me ha acabado la época de estar así.

De todas formas no es que esto del público me preocupe mucho en las circunstancias actuales. Y en cualquier caso, prefiero tener salud antes que público...

3 comentarios:

perro dijo...

Efectivamente, la salud es lo primero, sentirse bien tanto física como emocionalmente.
Por que no pruebas de tratarte la ansiedad, no médicamente, sino a través de un acupuntor, por ejemplo?.
Creo que es la raíz del problema y que sin duda te ayudaría a mejorar.

--- Igual te llega este comentario por duplicado, pues creo que el primero lo he enviado mal ---

cal_2 dijo...

ya me alegra ver un escrito tuyo despues de tanto tiempo.....y lo mejor es te veo positivo. Enhorabuena y que todo resulte como deseas....y si funciona me has de pasar la receta porque de los cien no bajo ni a patadas pero es que empiezo las dietas el lunes a las ocho y la dejo a las tres de la tarde. Un besazo

redondeado dijo...

Hola "perro" (la verdad es que se me hace un poco extraño dirigirme así a alguien...): El tema de las terapias alternativas lo estoy sopesando... Aunque todavía no me he decidido. En cualquier caso, las mejorías también las comentaré en el blog.

Carlos: bueno, unos días estoy de mejor humor que otros, aunque hay una serie de ideas que me empujan mucho, del tipo: Vive tu vida como si fuese el último día, porque de hecho algún día será tu último día. Todavía no vivo con tanta intensidad, pero estoy en ello y al menos soy consciente.

En cuanto al tema de la dieta, yo he probado muchas a lo largo de los años. La mayoría eran hipocalóricas y luego volvía a ganar más peso. La que llevo ahora (todavía me queda perder algo y luego mantenerme) necesita control médico porque te quitan muchos grupos de alimentos.

No te lo recomiendo si no te va a controlar alguien... Pero como supongo que serás responsable, te puedo comentar que está basada en la dieta pronokal. Pero yo NO he tomado los productos de la marca, sino que ha sido una adaptación con alimentos. Va más lenta, pero es comida, no sobres de preparados.

Eso sí, puede ser dura y sobre todo es difícil comer fuera de casa si no te lo preparas tú. Es un cambio grande, así que hay que encontrar el momento y mentalizarse.