Buscar en este blog

viernes, 11 de diciembre de 2009

No Es Para Mí

Hace tiempo salía bastante más de noche... La historia básica es demasiado personal hasta para contarla aquí, así que no lo haré. El caso es que al menos lo pasaba bien, o eso creía. Las circunstancias eran diferentes, yo era más joven y supongo que tenía algo más de aguante para aquello de dormir mal, entre otras cosas... Me imagino que me compensaba algo más, o por lo menos eso pensaba. Después el tiempo todo lo cambia, uno se hace más cómodo, la visión del mundo es diferente, se buscan otros alicientes...

Pero el otro día tocó salir de noche. Empezamos yendo a un pub de tantos que hay, donde unos amigos míos habían quedado con más gente que yo no conocía. La idea era estar allí un rato charlando y después ir a una discoteca donde se celebraba una fiesta como cualquier otra. Obsérvese la multitud de detalles que doy, que denotan mi completo interés sobre el tema.

Por una parte la música, si es que se puede llamar así: tres tíos en la cabina que daba la sensación de que cada uno pinchaba algo diferente y lo mezclaban todo junto. Además, a un volumen ensordecedor, con lo cual no se puede hablar con nadie: ni con los amigos para hacer gracias, ni con extraños para intentar contactar, ni nada de nada. Tampoco se podía bailar: cuando conseguías hacer dos movimientos seguidos, al tercero ya había alguien empujando para pasar. Eso teniendo en cuenta que era todo el rato chunda-chunda electrónico del que no se podían diferenciar prácticamente unos temas de otros. Dónde estarán mis viejos tiempos con temas conocidos, bailables, que animaban a moverse... Quizá en alguna discoteca sigan poniendo otros tipos de música.

Estuvimos en ese antro unas tres o cuatro horas, tras de lo cual se decidió que nos íbamos cada uno para nuestras respectivas casas. Después de un buen rato en la cola del ropero para conseguir recuperar nuestros abrigos, conseguimos salir de allí, nos despedimos y me marché a buscar el modo de volver a casa.

Ahí llegó el tema del transporte por la noche, que es una de las razones más poderosas que evitan que salga con mayor frecuencia. La opción de taxi la descarté salvo encontrarme muy mal, porque no estaba dispuesto a gastarme alrededor de 30 euros, que el dinero no me cae del cielo. Así que tocó caminar bastante, esperar un bus, bajar a la otra parada, caminar un poco más, esperar una eternidad al otro bus, llegar a mi pueblo y darme una última caminata larga. Salida: 4 am. Llegada: 6 am. Sinceramente paso de repetir, además se me han quedado los pieses hechos mierda, que no consigo recuperarme.

...Y es que no lo entiendo. No entiendo qué se puede sacar en claro de salir de noche. No puedo utilizarlo para hablar con los amigos, ni para intentar ligar; pierdo sueño, cojo frío en invierno... Supongo que a mucha gente le debe gustar, por cómo están de llenos los garitos por las noches, pero desde luego no es para mí.

No hay comentarios: