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lunes, 2 de enero de 2012

¡Dámelo Todo!

Esta tarde me apetecía tomar un café. Como luego suelo tener problemas de sueño, decidí hacérmelo descafeinizado. Tengo una cafetera express (o como se diga) que me dieron hace años, de esas que se llena un filtro metálico con el café molido, se pone dentro del cacito, se echa agua en el depósito y en un minuto, ya está el café hecho.

El descafeinado no me gusta tanto como el café normal. Se ve que con la caféina se llevan también parte del sabor. Así que para que estuviera un poco más concentradito, llené el filtro hasta arriba, como para cuatro tazas, pero eché algo menos de agua. Le di al botón de encendido y mientras la máquina se lo curraba, me puse a hacer otras cosas en la cocina.

Al poco tiempo escucho que empieza a hervir el agua y veo que comienza a salir el café, pero parecía que brotaba con dificultad... Entonces, en plan de coña, como si estuviese animando a la cafetera a correrse, dije "¡Dámelo Todo!".

¡PAF!


Simultáneamente a mi interjeción, la cafetera soltó un sifonazo, como cuando abres un grifo después de que se haya ido el agua y ha entrado aire en las tuberías. El café rebotó contra el fondo de la jarra y se espurreó por todos los alrededores. La cafetera soltó unos cuantos cuescos más y luego pareció calmarse, momento que aproveché para alcanzar el interruptor, apagarla y descojonarme.

Qué cabrona, cómo me dejó toda la mesa. El café se pudo salvar y me lo tomé, aunque al final de la taza descubrí que en lugar de unos pocos posos para leer el futuro, había medio centímetro de espesor. Un futuro bastante negro, o más bien marronáceo. Vaya mierda, vaya mierda :)

Ahora queda la incertidumbre de si cuando ponga el café mañana, volverá a explotar.

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