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martes, 30 de diciembre de 2008

Por Qué No Te Callas

Desde que me levanté por la mañana, como tantos otros días, he tenido sensación de sueño constante. Y eso que creí dormir bien, bastantes horas y sin mucha interrupción, pero la calidad del sueño no debe ser buena porque no me siento descansado.

Estoy de vacaciones desde hace unos días, disfrutando bastante de los horarios libres. Podría haber intentado echarme una siesta, pero siempre pienso que luego me será más difícil dormir. Hace unos días fui al médico por un resfriado que no consigo quitarme de encima y me preguntó si la tos me impedía dormir. Le contesté que la tos no, pero el insomnio que llevo padeciendo ya tiempo sí que lo hace. No comentó nada, se limitó a recetarme un jarabe para la tos y me marché.

Ya se lo he dicho montones de veces. Incluso me recetó hace tiempo unas pastillas para dormir, pero ahora en vacaciones no quiero tomarlas. Quizá cuando vuelva al trabajo las tenga que utilizar otra vez. He aprendido a vivir con ello, lo cual no quiere decir que sea adecuado. A menudo es como vivir entre nieblas, mareado, desorientado.

El cerebro tiene gran capacidad de adaptación. Lo siento todos los días tanto con mi problema del sueño como con la anhedonia sexual. Mi padre me dijo hace poco que me ve más feliz que de costumbre... Siempre he sido de carácter retraído, aunque creo que paso por etapas más comunicativas y puede que ahora sea una de ellas. No sé si realmente soy más feliz, pero creo que al menos intento aceptar los acontecimientos como ocurren.

Puede que fuera más feliz con una vida sexual plena, pero es difícil explicar a los demás los cambios que he atravesado. Los amigos a los que les he contado lo que me pasa reaccionan de forma muy diferente. Unos se quedaron casi horrorizados con la perspectiva de que no sienta nada a mi edad; me imagino que se pusieron en mi lugar. Otros me dicen que lo mío es psicológico y que pienso demasiado en ello, agudizando el problema.

Ni lo uno ni lo otro... Cierto es que echo de menos no poder correrme y quedarme a gusto como antes, pero deben haber cambiado bastantes cosas dentro de mí, porque pienso "¿y qué le voy a hacer, si no me corro?". Sigo vivo, tengo otras sensaciones, no tengo una anhedonia generalizada. No hay perspectivas de solución a la vista. ¿Serviría de algo martirizarme? Eso sí, es difícil hacer comprender a la gente que a consecuencia de no sentir nada, mi deseo se ha modificado, ha bajado mucho. Es diferente, si cabe mucho más mental que antes.

La famosa frase del Rey en el título viene a cuento de que mi cerebro no se desconecta cuando me voy a la cama. Pienso que el tema del sueño y el del orgasmo atenuado están relacionados, pero hasta que alguien de la comunidad médica se decida a indagar, poco se puede hacer.

El tema del control mental es una técnica que tengo que desarrollar para aprender a descansar bien, entre otras cosas. De momento lo que ocurre es que me vienen a la cabeza montones de pensamientos. No son negativos, pero como no se callan, impiden que pueda conciliar el sueño adecuadamente. El resultado es que suelo acabar levantándome y escribiendo parrafadas como esta, mientras espero a que se calmen los ánimos lo suficiente como para volver a intentar dormir.

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